domingo, 14 de febrero de 2016

Aquel que ofrenda un corazón

El pasado 5 de febrero fue una de las corridas más interesantes de la Temporada ¡qué enorme faena realizada por el torero francés Sebastián Castella, en el Aniversario de la Plaza México!
El triunfo tangible lo logró en el toro de regalo de la ganadería de La Joya, llamado “Seda de Oro”, imponente, alto y largo, que dejó sentir su presencia apenas salió de toriles.
Pero lo hecho por Sebastián esta noche, en el 70 Aniversario de la México, va mucho más allá. Realizó literalmente una gesta heroica en sus tres toros. De todos es sabido, que a pesar de ser desde hace muchos años una gran Figura, ha tenido recientemente enormes triunfos que lo han puesto más arriba aún, y esa posición la ha defendido con faenas importantísimas, basta recordar que en 2015, fue el triunfador indiscutible en la Feria de San Isidro, en Madrid, al cortar dos orejas, tras realizar una gran faena al toro Jabatillo, de la ganadería de Alcurrucén. 
El año pasado también actuó en el aniversario de la Plaza México, haciendo dos faenas de gran inteligencia a toros muy complicados, donde pudimos apreciar que, además de tener arte y sobriedad, es un torero muy poderoso, avalado por una gran técnica y mucho valor.
¿Cómo puede ser que a un torero lo cuernen, se vaya a la enfermería, salga anestesiado y todavía mate dos toros? Este es un ejemplo a seguir para los que a la primera voltereta se desaniman.
Para ser Figura, no basta llegar. Para ser Figura de época, hay que llegar y seguir refrendando tarde a tarde quien es. Seguir defendiendo ese sitio al precio que sea; al precio del dolor, de la salud, de las lágrimas, del pudor expuesto, defender ese lugar aunque no haya nadie para pelearlo… defender el sitio que le pertenece hace años. 
Eso es sinónimo de humildad y de grandeza. 
Salir diario a renovar sueños, a pelear palmas, a no dejarse ganar… qué gran lección nos ha dado este torero tan parco y serio. Porque él habla en otro lenguaje… y porque lo que dijo el 5 de febrero de 2016, nadie se lo rebate. Porque lo que dejó firmado, no tiene vuelta para atrás, es irrevocable. Otros harán faenas… grandes también, memorables también, pero esta noche quedó grabada en la memoria de la plaza, como una de las corridas más emotivas por el peligro y la emoción que hubo y por la demostración de hombría de Castella. 
Así, queda patente que el corazón hay que entregarlo a diario, porque esa oportunidad es única y es la más importante… porque no existe otro día para gritar al mundo que estamos ahí.

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