viernes, 29 de enero de 2016

Como si humano no fuera

La imperfección es parte de todo ser humano; una obra de arte no necesariamente es perfecta en todos sus ángulos. Un ser que se equivoca, se acerca más a cada uno de nosotros, porque cada uno de nosotros, somos un ser imperfecto. De ahí parte toda evolución.
Un ser perfecto, no puede aspirar a ser mejor; además no existe.
De muchos años para acá, se ha llegado a un nivel de depuración muy importante en las faenas (basta comparar con documentales antiguos), sin embargo, es lógico que haya fallas. Sigue siendo un ser humano, frente a un toro de lidia.
Actualmente, lo verdaderamente enfermante, es como, pese al nivel al que pueda llegar una faena… si tiene un error, la gente se encarga de echarla a perder con comentarios carentes del más mínimo sentido común.
Pobres los que buscaron arruinarle su obra al Juli, porque falló con la espada de forma OBVIAMENTE INVOLUNTARIA (como si él no hubiera querido cortar orejas y rabo); esas personas se echaron a perder solitas esta tarde de toros, en vez de disfrutarla con todo y el gravísimo pecado imperdonable del madrileño.
Es triste ver como todavía ni llegaba el día de la corrida y los “letrados” taurinos de cepa -que son los que nos guían en nuestro camino hacia el saber y gracias a ellos, la Fiesta tiene una esperanza de sobrevivir, no gracias a los que se arriman ¡Nooo! gracias a los pocos taurinos que “sí saben”- ya estaban hablando mal de El Juli.
Desde ahí se veía las pocas ganas que tenían de que triunfara, y como triunfó, pues a agarrarse con uñas y dientes de la mácula que tuvo su faena. Como no pudieron argumentar con la presencia del animal, se agarraron de su estocada defectuosa. Defectuosa como han sido las de muchos toreros, que por más expertos que sean, se les sigue dificultando la suerte suprema. Yo se que hay que coronar las faenas con una estocada perfecta, pero hay que tener tantito criterio… hay de faenas, a FAENAS y la que hizo el Juli el domingo 24 de enero, por sí sola, valía la oreja (si hubiera matado bien, le dan dos orejas y el rabo). Pero lo bonito, es que esa vuelta al ruedo pesó más que muchas orejas que se han cortado en la México.

Por otro lado, a raíz de esta tarde, suspendieron en lo que resta de la temporada a Gilberto Ruiz Torres, el juez que le negó la oreja al Juli. Es verdad que se equivocó, pero hablando en el más estricto sentido de la palabra, él era la autoridad esa tarde, entonces ¿hasta dónde llega la autoridad de la autoridad? (disculpen la redundancia).  

martes, 19 de enero de 2016

De cosas inaceptables… a cosas innegables

No se puede negar que la Fiesta en México se está convirtiendo en una burla a nivel mundial. Entre la presentación de los animales a lidiar, su falta de trapío, su falta de casta y muchas veces su falta de edad, así como la falta de pundonor de muchas de las Figuras que vienen a hacer la América, toreando animales que en España son apenas aceptables para un festival.
Tampoco se puede negar la falta de rigor de las autoridades de la plaza más importante de América, la México, quien con sumo descaro regalan orejas y también a veces, arrastres lentos.
Pero seamos justos, así como eso no se puede negar, tampoco, aún a pesar de lo anterior, se puede negar el arte, la lentitud y la estética que el de la Puebla del Río, por fin nos obsequió. En estas tardes es cuando recordamos que a estos toreros, los que convocan a los duendes, hay que esperarlos y verlos veinte tardes mal, para verlos una tarde bien.
Este domingo, su cuerpo fue tan solo un medio conductor, para transmitir mensajes de otras épocas y otras dimensiones. Como cuando se destapa una botella que ha navegado en océanos por años, por siglos, con un mensaje oculto, y llega a manos de alguien que descubre sus enigmas y sus guerras; con olor a sal y a caracolas; con el sonido dentro de todas las olas que revientan al mismo tiempo; con el desgaste de todas las piedras por las que pasó esa agua; con ecos de amores pasados, de amores frustrados, de amores vividos y luego enterrados para siempre.
Expresar con la cara, con el cuello, con la quijada, porque toda una anatomía no basta para vaciar el contenido de un alma.
El arte es el arte, aún frente al toro que haya sido, y más mérito lograr transmisión con toros tan sosos. El arte es un don, que pocos tienen. El arte es un detalle, una pincelada, un instante, donde hay peligro pero no se nota, por el exceso de naturalidad. Con el arte te dueles, con el peligro no. Porque el peligro es algo previamente asumido por todas las partes; en este tipo de torero, no se espera ese tremendismo, ni estar al filo de la butaca como con otros; por el contrario, se espera ese momento de suavidad y lentitud, extrema lentitud, donde se hace una pausa en el tiempo, donde nadie sabe qué pasó, ni cuánto duró. Y es hablar de eso por días, o por siempre. Morante se sintió inspirado. Logró un momento de intimidad entre el toro y él. Observó sus cualidades e hizo una obra, con lo que tenía a la mano. Era de una oreja porque la estocada fue defectuosa, y le dieron dos, pero la belleza que planteó ahí queda, como un recordatorio de que además del peligro y la emoción, está el innegable valor de la belleza y la expresión. La hondura la tienen solo unos cuantos y uno de ellos es Morante. Afortunados los que hemos coincidido en su época.
Por faenas como esta y artistas como este, es por lo que la Fiesta Brava renueva su razón de existir.  Estas escenas son las que le dan sentido.
El problema de la falta de casta ya generalizado en México, de la falta de voluntad por lidiar otras ganaderías o la falta de autoridad en una plaza en plena caída libre, son problemas que urge resolver si es que queremos preservar nuestra Fiesta, pero no lo haremos demeritando lo bueno que muchas veces sucede en el ruedo.

martes, 5 de enero de 2016

La faena más importante de 2016


Cada año inicia lleno de propósitos: dejar de fumar, hacer dieta, ejercicio, ser más tolerantes, etc. Algunos los cumplirán; otros solo la primera semana o el primer mes.
Sin embargo, considero que nosotros, como aficionados a los toros, tendríamos que ser personas con mayor convicción y voluntad, tomando como ejemplo, la vida de un torero, o lo que sucede cualquier tarde de toros, en un lugar cualquiera; los fundamentos son los mismos.
Lo que siempre exigimos a una Figura es entrega, poner el alma en lo que hace; desempeñarse con respeto y ética hacia su profesión, hacia el público y hacia sí mismo. 
Suena tan fácil ¿pero acaso no es lo mismo que debemos hacer cada día al despertarnos e iniciar nuestra jornada diaria?
Lo menos que esperamos del torero es valor, pies bien plantados en la arena, lidiar adecuadamente a su toro, entender su comportamiento... ¿Y nosotros? ¿Qué tan valientemente nos enfrentamos a las dificultades cotidianas, ya no digamos a los problemas graves? ¿Cómo aplicamos nuestra inteligencia para desenmarañar cualquier conflicto? ¿Qué tanto entendemos a aquellos con los que nos toca convivir, para darles el trato adecuado, para captar por qué lado van mejor? Porque si admiramos en un torero su maestría para lidiar a un toro complicado y también a un toro noble, quizá podríamos intentar hacerlo con los "toros" que nos corresponden.
La Tauromaquia es una filosofía de vida, a través de la cual, podemos superar nuestras limitaciones, vencer miedos y sobre todo, luchar por un objetivo, con nuestra mente fija en él, con el alma inquebrantable, con nuestro espíritu fuerte para librar cada batalla; y para ello se necesita preparación física y espiritual. 
Porque al final, la vida son todas las faenas que a diario realizamos. 
¿Qué tan dispuestos hemos iniciado este año a ser valientes, a no echar la pata pa' tras, a entender el temperamento del otro y "lidiarlo" en consecuencia, a lograr armonía a partir de esta lidia? ¿qué tanto estamos dispuestos a crear, a transmitir, a entregarnos, a levantarnos después de cada voltereta, a estar prestos para hacerle el quite a un compañero en apuros, a saber estar bien colocados, a comportarnos con categoría, en cada sitio en que nos toque estar?... 
Ya no hagamos los mismos propósitos de siempre, para luego no cumplirlos.
Debemos exigirnos a nosotros mismos, lo mínimo que le exigimos a cualquier Figura, porque nuestra vida, es la plaza más importante que pisaremos.