viernes, 17 de febrero de 2012

Tarde de Caballeros y Príncipes


12 de febrero de 2012

16va Corrida

Pablo Hermoso de Mendoza
Fermín Spínola
José Mauricio

Toros para Rejones: Los Encinos
Toros para la lidia ordinaria: La Soledad
Toro de Regalo: Los Encinos

Una tarde que quedará en la memoria de esta temporada 2011-2012. Un gran cartel encabezado por el Caballero de Navarra, quien siempre nos deja un grato sabor a boca, entre sus ejecuciones con el toro, y sus hermosos co-protagonistas. Fermín Spínola, un torero siempre serio y José Mauricio, quien esta temporada ha estado enorme.
Tras tantos años de ver a Pablo Hermoso de Mendoza siempre triunfando, podríamos pensar que ya no hay nada nuevo qué decir. Sin embargo, lo hay. Esta tarde, cortó dos orejas, y de nuevo demostró que es el mejor rejoneador del mundo. Porque esto se demuestra sobre un caballo, y no hablando. Sus caballos, como siempre, torerísimos, pero mencionaré a tres que me cautivan especialmente: Estella, una yegua divina para salida. Esbelta, femenina, discreta en sus maneras, con cierto dejo de inocencia, y con una ternura que a todos desarma. Pero cuando se enfrenta a su adversario, saca el temperamento y la casta para darse su lugar, como toda una dama. Ícaro, en banderillas, un caballo de enorme arrogancia, basta ver cómo voltea a ver al toro, mientras gira alrededor de él, tras haber clavado Pablo la banderilla. Toro, caballo y jinete danzando en redondo, qué actitud en el cuello de Ícaro y qué mirada tan desafiante le lanza al toro. Pirata, de raza azteca, para el último tercio, un caballo que se acerca mucho a los toros. Un caballo con una gran confianza en sí mismo, con un descaro encantador.
Fermín Spínola, con “Príncipe”, un toro de regalo, realizó una faena digna del toro que le tocó. Un ejemplar excepcional de Los Encinos, con presencia, edad y calidad insuperable. Embistió como si estuviera consciente que este torero, hacía tiempo merecía una tarde triunfal y como si estuviera consciente de que él también debía salir con todos los honores que su raza, su emotividad y su trasmisión, le merecían. Podríamos entrar en detalles acerca del manejo de capote de Fermín, su forma de llevar el toro al caballo, su quite, sus hermosas tandas de derechazos y naturales, sobrados de sentimiento, largueza y convicción. Pero para mí, uno de los momentos más significativos de la faena, fue la suerte de matar, porque Spínola, sin voltear ni por un instante a ver al juez, con una enorme honradez, se tiró a matar, seguro que lo que él quería era el rabo de este toro. Y se tiró con tanta rabia, convicción y profesionalismo, que por supuesto, cortó el rabo.
Una faena recia, con sentimiento, vergüenza, calidad, y sobre todo, con total merecimiento, no sólo por esta tarde, por muchas.

José Mauricio, pese al mal encierro de La Soledad, logró momentos de gran lucimiento y de gran inteligencia torera, como ese instante en que lidió de pitón a pitón, seguro de que ese era el recurso a emplear. A este torero se le nota que está en un momento de plenitud y de confianza. Se le nota con mucho sitio y sobre todo, depurando su toreo puro y relajado. Se nota que está bien asesorado.

Una tarde con un gran broche de oro.

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