domingo, 11 de diciembre de 2011

Vale más una vuelta al ruedo con mucha fuerza, que una oreja protestada


Quinta corrida en la Plaza México.
Manolo Mejía, Uriel Moreno “El Zapata” y la confirmación de alternativa de Manuel de Jesús “El Cid”. Toros del Nuevo Colmenar.
Es bonito cuando saludan al inicio de una corrida los tres matadores, si es que los tres tienen merecimiento. Esta tarde el único que debió salir al tercio fue “El Zapata”… pero Mejía ¿como de parte de quién? y “El Cid”, simplemente aquí no lo hemos visto. No nos confundamos. Honor a quien honor merece…punto. Los otros tapaditos por favor.
Las estadísticas son muy importantes, pero cada quien sabe lo que merece, y no me refiero únicamente a que “El Zapata” no mereciera la oreja de su primero, tampoco se merecía una rechifla con lo bien que estuvo en su toro, pero esto es consecuencia de un trofeo otorgado sin el convencimiento de las mayorías. Qué diferente hubiera sido, sin oreja, dar vuelta al ruedo con mucha fuerza y con la ovación unánime del público, pero estamos divididos entre villamelones que piden orejas sin ver más allá, público exigente y jueces sin autoridad.
“El Zapata” llegó a esta temporada, como en la anterior, convencido de lo que merece, un sitio entre los toreros importantes de México. Así, después de empolvarse las rodillas a base de largas cambiadas en el tercio y en los medios, recortes remembrando estampas de toreros antiguos y el tercio de banderillas que levantó de su butaca al más escéptico, con el par monumental, el del violín y para rematar, un par comprometidísimo para dar vuelta al ruedo (para este torero las características del toro no son excusa para dar una tarde gris). Luego, tandas de derechazos quirúrjicos, entendiendo las condiciones del toro. Lo malo en su primero, una estocada muy defectuosa que derivó en una oreja protestada. Pero en su segundo, cortó una oreja que nadie protestó, un tercio de banderillas igual de emocionante, un galleo haciendo gala de facultades físicas, pase del imposible, atropelladón, pero emotivo, para culminar con una excelente estocada.
Y por supuesto, salida a hombros.
El Cid, habrá que verlo con toros que colaboren, mostró buenos detalles.
Del primer espada… nada que decir.
Para variar, toros descastados, y la enorme burla que fue el “toro” de regalo de “El Cid”, un novillote de Marrón. Decían por ahí “los que saben” que a lo mejor por tantos días en los corrales este “toro” se había estragado. Me van a disculpar, pero esa carita no era de un toro estragado, era de un novillito tiernito en plena pubertad. Qué vergüenza.

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