lunes, 25 de enero de 2010

No se trata de pegar y pegar pases… y que no pase nada


Décimo segunda corrida de la temporada 2009-2010, Plaza de Toros México.

José Luis Angelino
José Mari Manzanares
José Mauricio

3 Barralva / 3 San José

Ir de vez en cuando a ver entrenar a los toreros a los Viveros de Coyoacán es una delicia. Torean frente a un par de pitones comoditos, de embestida soñada, haciendo la faena de su vida. Se pueden dar el lujo de realizar las suertes más difíciles, con un sentimiento bárbaro, frente a un “toro” sin peligro, suavote, donde no es necesario reponer el terreno, un “toro” que los deja estar… y si el detalle pinturero no les sale con la perfección deseada, lo pueden repetir una y otra vez, al fin que luego le pagarán a su “toro en suerte” las embestidas brindadas. Es bonito, es como asistir a una corrida en el País de las Maravillas, y mientras, le puedes dar un cacahuatito a una ardilla. Escucha uno a los maestros, dando sus atinados consejos, frente a un supuesto animal tan inofensivo que hasta el mismo ratón Miguelito le podría hacer un quite por gaoneras.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos, ese tipo de formación es la que “malforma” a los toreros, que esperan que cada domingo salga ese toro por la puerta de toriles, para pegar y pegar pases, derechazos templados, acompasados y remates de pellizco, y qué decir de los naturales que traían planeados, eternos, hondos e inolvidables.
Todo se lo lleva el diablo cuando resulta, que ni el toro era el soñado, ni embestía con claridad por el derecho ni por el izquierdo, y todas las suertes que habían entrenado en la semana, salen atropelladas, apresuradas y sin la más mínima transmisión, y cuando por fin empiezan a acomodarse por un lado, templando dos extraordinarios derechazos, se les hace que ya fue mucho… y rematan.
Ya no analizan las condiciones del toro; como dicen los que saben “todos los toros tienen su lidia”, y eso es lo que les falta, observar al toro, ver sus condiciones, dejarlo rematar, e implementar una lidia adecuada para ese caso particular, que si bien no será la de los derechazos y naturales limpios y templados, si puede ser una faena reconocida y trascendente por su poderío e inteligencia. Ahora hacen alarde de valor, pero mal aplicado, porque eso si, de que son valientes, lo son. Lo malo es que no saben capitalizar las dificultades y hacerle la justa lidia a cada toro.
Lo más destacado, la estocada de Manzanares y una rata con derecho de apartado.

domingo, 10 de enero de 2010

El gesto del sentimiento


Cuando a Manolo Martínez le gustaba su toro, la expresión seca de regiomontano altanero se desvanecía y lavaba su rostro una media sonrisa que avivaba el brillo de sus ojos, todavía bajo la montera asentada entre sus patillotas negras. Lo vi varias veces transmitiendo esa sonrisa, ese gusto íntimo que no podía contener y lo expelía hasta lo más alto del tendido. Él se daba cuenta, antes que todos (antes que el toro, inclusive) que iba a cuajar la faena. Y la cuajaba.

El primer toro que le tocó en suerte esta tarde a Rafael Ortega era boyante. El tlaxcalteca se concentró en torearlo y le pasó el trapo por aquí y por allá. Se concentró tanto que no sintió. Se embarró al toro cuando lo mató de un volapié del que casi no sale, o casi sale con la carne desgarrada. Se concentró tanto en conquistar a la gachí, que cuando la había besado se le había ido. El juez, apueblado, sin miramientos ni pausas le regaló dos orejas.

Sebastián Castella Turzack habla tres idiomas: el francés de su país, el español de su padre y de su profesión y polaco, por parte de madre. No se cuál de los tres aprendió primero, imagino que mamó el polaco, idioma nada emparentado con la fiesta de toros. Salió con un vestido minimalistoide y modernoso pero muy bonito en grana y no recamado en oro. Su toro, de arranque, distaba al primero de Ortega por mucho, no era malo ni reservón pero carecía de la boyantía de su hermano. Lo recibió con un pase por alto y a poco, Sebastián abrió su rostro y dejo escapar un sentimiento de la comisura de su labios. Y comenzó el concierto, desgranándose como besos a una morena a la que se desea, que se ama y que se quiere. Y rompió el aire con un desdén que hizo que el público se entregara como la morena, y las dosantinas fueron el tálamo del sentimiento que brotaba de la muleta.

Para desgracia, los duendes se fueron con el frío llevándose a la morena y el francés malogró con la espada lo que pudo haber sido un rabo. Sebastián no volvió a sonreír en toda la tarde. A pesar de todo, pinchando y sin cortar orejas, la faena de Castella permeó sentimiento en todo el albero, como si le hubiera hecho el amor a la morena.

*La foto es de Manon.

El lenguaje mudo de una lágrima


En el tiempo en que he estado involucrada en el mundo taurino, me ha tocado ver todo tipo de lágrimas: lágrimas de impotencia, ante la imposibilidad de cuajar la faena soñada; lágrimas de rabia, ante la incomprensión del público; lágrimas de dolor, ante un golpe o una cornada; lágrimas de felicidad, ante la faena lograda; lágrimas de emoción, ante los acordes de Las Golondrinas; lágrimas de incertidumbre, en la espera eterna afuera de una enfermería; lágrimas de soledad, en una oscura habitación de un hotel tras un fracaso; lágrimas de risa, en una tertulia con la cuadrilla y amigos… Pero nunca me había tocado ver llorar a un toro, como esta tarde vi a dos, de cuyos ojos, brotaban lágrimas. Me pregunto, románticamente hablando, sin tomar en cuenta que quizá el frío pudiese ser factor para la irritación ocular de dichos ojos, ¿por qué lloraban? ¿en qué estarían pensando? ¿Será que sabían lo que les deparaba ese toque de clarín?¿Será que huelen la sangre derramada de sus hermanos?¿Será que traen tanta rabia en la raza que no les cabe en el cuerpo y se sale por los ojos? No lo se, pero hoy vi llorar a dos toros, y me conmovió tanto, que me puse también a llorar.

El cartel para la décima corrida de la temporada en la México prometía muchísimo, sobre todo por el torero francés Sebastián Castella y la repetición de Fermín Spínola, tras el grato sabor de boca que nos dejó en la corrida inaugural.

Con toros de Teófilo Gómez se realizó la corrida, ante una regular entrada.

Rafael Ortega en su primero, un toro que mereció arrastre lento, lució bien con el capote. En banderillas, los primeros dos pares fueron totalmente deficientes, en mal sitio, el tercero, fue el único bien colocado, y aún así le tocaron una diana, ¿cómo? ¿de qué se trata? ¿cómo dianas después de dos pares perfectamente mal puestos? Y no suficiente con eso, el cronista Jorge Murrieta dijo, literalmente: “Ha cubierto de manera espectacular el segundo tercio”, Dios de mi vida…, por eso se nos está acabando la fiesta. Con la muleta estuvo bien en general, destacando un hermoso cambio de mano, seguido por un pase del desdén. Se fue tras la espada siendo enganchado de nuevo, como en su anterior tarde, bueno, menos feo. Cayó fulminado el toro y le otorgaron dos orejas, el público las protestó, y si le hubieran dado una, también hubiera protestado.
En su segundo toro, el primer par de banderillas mal, el segundo bien colocado y el tercero al violin, bien colocado, le volvieron a tocar una diana, pero, si el primer par estuvo muy mal, ¿para qué le tocan dianas? parece feria de pueblo, con todo el respeto que me merecen las ferias de pueblo. Con la muleta empezó sentado en el estribo, logró un extraordinario derechazo, pero no acabó de romper. Lo mató de un bajonazo.

Sebastián Castella
A este torero de personalidad arrogante, lo esperábamos con gran expectación. En su primer toro hizo un quite por chicuelinas muy ceñidas. Con la muleta fue donde empezó a emocionar al público, con pases por alto y un desdén muy torero, que guarda una enorme distancia en cuanto a transmisión y plasticidad en comparación con el ejecutado por Ortega. El toro metió muy bien la cabeza… que bien lo toreó.
Un inesperado pase cambiado por la espalda emocionó a todos, muy valiente…muy quieto, sin moverse de más. Lástima que con la espada estuvo muy mal. Tan sólo dio vuelta al ruedo. Arrastre lento para el toro.
A su segundo toro lo protestaron por su poca presencia y pese al ambiente hostil, lo toreó muy bien. El toro era muy bueno, lástima de su falta de presencia. Lo mató con media estocada trasera.
Regaló un toro al que lo toreó de inicio con una larga cambiada de rodillas.
Con la muleta empezó en los medios, con un cambiado por la espalda y otro más, emocionante y arriesgado porque hacía mucho aire. Castella se puso muy cerca. Logró un natural eterno y hermoso. Se llevó un susto, pero fue el puro golpe, con lo cual se engalló, y estuvo bien por derechazos. De nuevo mal con la espada hasta escuchar un aviso.

Fermín Spínola
En su primer toro, con el capote no logró acomodarse y con banderillas no lució como en tardes anteriores. Con la muleta tampoco acabó de cuajar, el toro era soso. Logró una tanda de derechazos limpios, pero sin llegar a más. Mató de estocada caída.
En su segundo toro, no logró nada con el capote. Con las banderillas mejor que en el primero pero sin ser espectacular. El toro no humillaba y no tenía recorrido, con la muleta no se acomodó. Un pinchazo. Dos pinchazos. Tres pinchazos. Al cuarto intento metió la espada.

Para terminar, el joven Murrieta no deja de sorprendernos con sus comentarios y palabras domingueras, ahora resulta que le llamó a Enrique Ponce el “Galáctico del toreo”… no entiendo, ¿qué quiere decir? ¿de dónde saca lo de “Galáctico del toreo” ?.
¡Que alguien lo oriente o que le pongan muting a la televisión por favor! … y es de ahí de donde aprenden las nuevas generaciones.

domingo, 3 de enero de 2010

A falta de Valium… la Novena Corrida de la Temporada


La temporada navideña y de año nuevo, siempre se ha caracterizado por presentar carteles sin mucho atractivo, y es lógico, de por si la gente ya no entra a la plaza y menos en esa época, entre otras razones, muchas personas salen de vacaciones, otros andan muy gastados, tienen compromisos, y además hace mucho frio. Son por lo menos tres semanas muy complicadas para meter gente a la plaza, por lo que los carteles son conformados por toreros que no torean mucho, sin que por eso no sean buenos, simplemente están poco placeados.
Por esta misma circunstancia, estos toreros tienen más mérito que los que torean más, ya que les hechan el ganado que las grandes figuras no quieren torear, pese a su experiencia. De repente es interesante ver este tipo de corridas.

La Novena Corrida de la Temporada en la Plaza de Toros México concluyó sin mayor trascendencia, a pesar de que hubo corte de orejas.
Con ganado muy bien presentado de Sta. María de Xalpa, se llevó a cabo esta corrida en la que alternaron Fabián Barba de Aguascalientes, Miguel Ortas “Miguelete” del Estado de México y Jesús Martínez Barrios “Morenito de Aranda” de Aranda de Duero en Burgos.

El hidrocálido Fabián Barba tuvo momentos buenos, en su segundo pegó un derechazo extraordinario, solo uno, pero extraordinario. Regaló un toro en el que desde el inició se mostró con gran empeño al esperarlo a porta gayola. Este toro, jabonero, tuvo un lado derecho extraordinario, y Fabián lo toreó bien. Aunque, lastimosamente siento, y espero que el tiempo haga que me trague mis palabras, que es de los toreros que se pueden morir en el ruedo, y no va a pasar nada, su tonalidad es grisácea. El juez le otorgó dos orejas, para mi gusto, excesivas.

Miguel Ortas “Miguelete”.
Salió con ganas, recibiéndolo de rodillas, haciendo quites… pero no dice nada, y sin personalidad alguna, es el prototipo del torero que ponen en estas fechas. No se me ocurre que más agregar, discúlpenme.

Jesús Martínez Barrios “Morenito de Aranda”
El público se mostró frío con este torero. Pero pues es que el tampoco hizo nada interesante. Su primer toro fue bueno y sin embargo su faena fue inconsistente, nunca rompió. Recibió una oreja por la estocada y el toro arrastre lento.
Su segundo fue un buen toro, tuvo detalles bonitos con el capote pero sin mayor trascendencia, por eso estoy escribiendo en este instante, porque ya para dentro de media hora se me olvidó lo que vi. Con la muleta me gustó más. Aguantando mucho las lentas embestidas de “Querido”. Faena meritoria en la que el torero lo llevó bien toreado. Salió al tercio después de pinchar en dos ocasiones. Pero… no me encantó.

Espero que tras haber pasado las fiestas decembrinas, ahora si repitan a los toreros que ya han triunfado y que queremos volver a ver y si fuera posible, alternando en el mismo cartel, como Fermín Spínola, El Payo y El Cejas. Un cartel de jóvenes triunfadores mexicanos sería de gran interés para la afición.